Arsénico en agua, un enemigo invisible

El arsénico es un elemento químico de origen natural que por diversos motivos suele filtrarse en las fuentes de agua subterránea que son utilizadas para el consumo humano. Cuando el arsénico se concentra en niveles peligrosos en el agua potable, representa un grave riesgo para la salud de los seres humanos.

Debido al alto nivel de toxicidad de este elemento, el agua con arsénico debe atravesar un proceso de depuración. Para esto, existen diversas técnicas y procedimientos que se encargan de reducir el nivel de concentración de arsénico utilizadas en plantas de tratamiento de agua potable.

¿Cuáles son los efectos del arsénico sobre el organismo humano?

Según la Organización Mundial de la Salud (OMS), “la exposición prolongada al arsénico a través del consumo de agua y alimentos contaminados puede causar cáncer y lesiones cutáneas.”

Aunque lo podemos encontrar en el agua, también es posible encontrar su forma inorgánica en los alimentos, diversos procesos industriales y en el tabaco. La exposición crónica al arsénico conduce a desarrollar el siguiente conjunto de síntomas:

  1. Hiperpigmentación cutánea y lesiones dérmicas.
  2. Vómitos, dolor abdominal y diarrea.
  3. Entumecimiento de las extremidades.

Además de los efectos en el corto plazo, también resulta un agente cancerígeno confirmado, capaz de provocar cáncer de pulmón, de piel, pulmón y vejiga.

¿Cómo eliminar el arsénico del agua?

Por todo lo descrito anteriormente, es necesario prevenir y protegerse de la toxicidad aguda del arsénico. Para separar este elemento del agua, es posible incorporar diversos métodos al tratamiento de agua potable, entre ellos:

Adsorción

El proceso de adsorción consiste en agregar materiales adsorbentes como el hidróxido de hierro, al cual se adhiere el arsénico para su posterior filtración. El agua contaminada pasa a través de un lecho de adsorbente, cuyas partículas se encargan de retener el arsénico, dejando el agua libre de este contaminante.

Floculación

Otro proceso común es la floculación. Consiste en agregar sustancias que generan partículas grandes y más pesadas que el agua, las cuales retienen tanto al arsénico como al resto de contaminantes presentes en el agua. Una vez sedimentadas las partículas, pueden ser eliminadas mediante filtración.

Intercambiador de iones

El proceso consigue reemplazar los iones de arsénico por otros no tóxicos. Para lograr este intercambio iónico se utilizan resinas sintéticas, las cuales están cargadas con iones específicos. Cuando el agua atraviesa la resina, el arsénico se adhiere y se liberan los iones no tóxicos, dando como resultado agua libre de arsénico.

Procesos de membrana

La ósmosis inversa y la nanofiltración son los métodos más eficientes para retirar el arsénico del agua. Estos procesos utilizan membranas semipermeables que permiten el paso del agua mientras retienen los contaminantes. Al completar el proceso, se tiene agua purificada.

Por supuesto, la elección del método más adecuado para la eliminación del arsénico depende de varios factores, incluyendo el nivel de concentración inicial de arsénico disuelto en el agua, el volumen de agua a tratar, así como los recursos disponibles y la infraestructura desplegada en la planta de tratamiento.

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